MIGUEL ÁNGEL BLANCO
A FOREST

A FOREST

GALERÍA LA CÚPULA. MADRID, JULIO DE 1986

exposición
SIN TÍTULO. 87 x 97 cm


SIN TÍTULO. 81,5 x 114,5 cm


SIN TÍTULO, 104 x 77 cm

SIN TÍTULO, 104 x 77 cm



Libro nº 17
ENCUENTRO CON AGALLAS
1986. 214 x 173 mm


Libro nº 21
LA CASA DE LAS DIVERSIONES
1986. 190 x 158 mm


Libro nº 24
DEVORADO POR LA TIERRA
1986. 274 x 215 mm


Libro nº 26
SAN SIMPLICIO
1986. 234 x 225 mm

texto: Francisco Calvo SerrallerBOSQUE Y CRISTAL
FRANCISCO CALVO SERRALLER

Incluso en nuestra sociedad secularizada hay dioses y artistas escondidos. Es cierto que en otras épocas el esconderse de los dioses era la necesaria consecuencia de su inmensidad contemplada por el hombre, pequeña e insignificante criatura perdida en el universo: el dios estaba siempre escondido por ser inabarcable a los limitados ojos humanos. En la nuestra, sin embargo, mundo transparente, más que parecer escondidos, por inaccesibles, los dioses se ocultan. Para sobrevivir, dioses y artistas tratan de permanecer ocultos, irreductibles, refractarios, insondables. Dioses y artistas, supervivientes clandestinos del misterio en un universo abrasado por la claridad, son hoy seres marginales y marginados, anacrónicos. Desterrados de la ciudad, habitan en la naturaleza, se refugian en lo oscuro.

A comienzos de la época contemporánea, algunos artistas, que ya se sentían desplazados y profundamente melancólicos, salieron de las ciudades en busca de los dioses perdidos y creyeron hallarlos en la naturaleza, en parajes lejanos, casi inaccesibles, no hollados por el hombre. En la infinita soledad horizontal del océano; en la infinita soledad vertical de las cumbres; en la infinita soledad interior de los bosques. Allí donde aún no estuvieran diáfanos los límites, cuestión de perspectiva o de intensidad, se ocultaban los dioses y allí iban en demanda de inspiración aquellos artistas melancólicos, los artistas románticos.

De vez en cuando, incluso en nuestra sociedad secularizada, regresa un hombre del bosque. Es uno de esos artistas desplazados y melancólicos -románticos-, (que creen haber visto a un dios y vuelven con un mensaje sagrado. Profetas, taumaturgos, magos, esta extraña clase de artistas debería ser hoy definida como hierofantes.

A vueltas con lo divino, más por vía de la desmitificación, un profeta de la secularización artística moderna fue Marcel Duchamp, maestro soberano de la ironía, gran pervertidor, sicofante, antirromántico. En el extremo opuesto del mismo lugar, con la misma radicalidad, otro profeta —mitificador, romántico, intempestivo—, salido del bosque, visionario, hierofante: Joseph Beuys. He aquí dos discursos en dos lugares: la dialéctica en el ágora v la profecía en el bosque. Una palabra que mata frente a otra que pretende curar.

A continuación, voy a hablar de un artista completamente desconocido, que ha permanecido hasta ahora oculto, refugiado en el bosque. Me enteré de su existencia por casualidad mediante una revelación. Vi una obra suya: un pequeño dibujo, consistente en un fondo negro en cuyo oscuro centro brillaba el resplandor de un cristal. Averigüé entonces que su autor era un joven llamado Miguel Ángel Blanco, que vivía desde hacía algún tiempo retirado en un pueblo serrano de las cercanías de Madrid, junto a un bosque.

Aquel primer dibujo tenía la hermosura de lo misterioso. Nada más. Luego he pensado que quizás de ahí, de esa extrema concisión, obtenía la fuerza para poder destacar. Apenas un fulgor cristalino, pero muy capaz de atravesar el corazón de las tinieblas. Luminosa reverberación en el claro del bosque.

Hay que imaginarse a Miguel Ángel Blanco en el bosque, claro y oscuro, habitante de una inmensidad tenebrosa. Gaston Bachelard ha escrito que la inmensidad interior se corresponde poéticamente con la inmensidad del bosque. “Esta inmensidad nace de un cuerpo de impresiones que no proceden realmente de las informaciones del geógrafo. No hace falta pasar mucho tiempo en el bosque para experimentar la impresión siempre un poco angustiada de que nos hundimos en un mundo sin límite. Pronto, si no se sabe a dónde se va, no se sabe tampoco dónde se está. Nos será fácil presentar documentos literarios que serían otras tantas variaciones sobre este tema de un mundo ilimitado, atributo primitivo de las imágenes del bosque”. El bosque es, además, también según Bachelard, “Inmediatamente sagrado”, “sagrado por la tradición de su naturaleza, lejos de toda historia de los hombres”, los cuales van al bosque para apaciguar el alma, porque “el bosque es un estado de alma”.

“Habitantes delicados de los bosques de nosotros mismos”. Este verso pertenece a Jules Supervielle y encaja bien con lo que imagino es el universo de Miguel Ángel Blanco, que, probablemente, ha intentado perderse en el bosque para encontrarse mejor a sí mismo. Se ha adentrado en el espacio mágico de la metamorfosis: ser árbol entre los árboles. Dicho con los versos de Andrew Marvell: “Volvedme siquiera pies arriba / y veréis que era sólo un árbol invertido”. Árbol invertido, árbol entre los árboles, en el bosque no hay sino que dejarse hacer:

…Mira cómo el azar. más industrioso,
logró mi afán tejiéndome un disfraz:
Las hojas de la encina, horadadas de orugas,
me cubren de brocado,
y la hiedra, con brazos familiares,
me retoza, me abraza,
tira de mí, enroscándose.
Bajo este extraño manto se asemeja mi paso
al de un alto prelado de los bosques.

Lo que hace artista a Miguel Ángel Blanco no es, sin embargo, ingresar en el bosque, sino regresar de él. Sea por lo que sea, este salirse del bosque nos lo presenta como un visionario, un profeta, un taumaturgo, un hierofante. Y en condición de tal, actúa como un mago con ritos de evocación y técnicas de simpatía.

El catálogo de objetos producidos por Miguel Ángel Blanco es de tres géneros fundamentalmente: los cuadros-cajas, los libros-cajas y los exvotos. Salvo los últimos, que son figurillas de habitantes del bosque, algunos de los cuales también están guarnecidos por urnas de cristal, el resto —los cuadros, los libros— son, en efecto, cajas. Las cajas y los cofres son, sin duda, celadores de secretos espacios de la intimidad más recóndita, rincones de tesoros. “El que entierra un tesoro —vuelvo a citar a Bachelard— se entierra con él”: entierra su intimidad, la intimidad que se esconde.

Ocultar v desvelar lo íntimo es lo propio del artista romántico. Con sus cajas Miguel Ángel Blanco trata de proteger su intimidad, pero también de transparentarla. Con ello nos topamos con otro elemento básico de su poética artística: el cristal. Este es un elemento antitético con el oscuro recogimiento de la intimidad. Yo diría, incluso, que con la esencia misma del bosque. El cristal quema los bosques.

La antítesis entre el bosque y el cristal es muy honda, casi arquetípica. Cada uno de ellos representa un anhelo humano primordial —la vida y el pensamiento—, cuya discordia ha provisto al arte de sus más rotundos emblemas. Arquitectónicamente, el cristal y el bosque, según Bloch, alcanzan su paradigma ideal en la pirámide y la catedral. Mas, ¿cómo conciliar esos principios de lo cristalino y lo orgánico? ¿Cómo, se interroga Bloch, puede construirse de nuevo en claridad la plenitud humana? ¿Cómo puede penetrarse el orden de un cristal arquitectónico con el verdadero árbol de la vida, con el ornamento humano?


Consciente e inconscientemente, quien introduce en su obra tan poderosas metáforas como el árbol de la vida y el cristal de la muerte, se mueve en el terreno de la profecía. Rememora un paraíso, anuncia una plenitud. Es artista, sí, pero como hierofante, taumaturgo, liberador. Busca edificar la felicidad, como señaló el propio Bloch en El principio Esperanza, como la expresión más alta de toda utopía arquitectónica: “Lo circundante da patria o está en contacto con ella: todas las grandes construcciones han sido sui generis en la utopía, edificadas como anticipación de un espacio adecuado al hombre. Y lo humano así erigido, transpuesto en formas espaciales rigurosamente significativas es también como cometido, un desplazamiento de lo orgánico y humano al cristal, como es también, sobre todo, una penetración de lo cristalino con el impulso, lo humano y la plenitud allí construidos. Cuando las condiciones para el orden de la libertad dejen de ser parciales, se abrirá por fin el camino, de nuevo, para la unidad de la construcción física y ornamento orgánico, para el regalo del ornamento. Se abrirá realiter, por primera vez, sin Egipto aquí y el gótico allí, es decir, sin que lo que así se designa como cristal o árbol de la vida, tengan que seguir alternándose, mezclándose o envidiándose aisladamente. El cristal es el marco, más aún, el horizonte de la serenidad, pero el ornamento del árbol de la vida humano es el único contenido real de esta serenidad y claridad circundantes. El mundo mejor que expresa y reproduce anticipadamente el gran estilo arquitectónico existe así totalmente a-mítico, como cometido real vivis ex lapidibus, desde las piedras de la vida”.

Entre el bosque y el cristal, entre el oscuro ensimismamiento de la sangre de una intimidad impenetrable y los transparentes reflejos de una claridad abrasadora, se con-figura un mundo, se presenta una obra. Un misterio.

texto: Miguel Ángel BlancoEl bosque como generador de imágenes, espacio concebido esencialmente como lugar de metamorfosis y migraciones ………. Cristales pintados con sangre de toro ………. «Taurobolium» rito que haciendo aspersiones de sangre de toro pretendía borrar el carácter que imprime el bautismo ………. ARTE OSCURO-PODER
SOBERANO ………. CRISTALES ESPEJISMO ………. Dispersión …….. Arsénico BLANCO ……… 310 cm acristalados ……… Período de alto riesgo ……… Material vacío ……… Sellos de álamo Monocristal: suba a bordo ……… 5 días de arresto por romper cristales ……… BRUMAS ……… cristal túnel ……… Irán música tradicional.

Las botellas y los trozos de vidrio pueden ser también causa de incendios, déjelos siempre enterrados ……… BUGUAN en zulú = ojo de cristal ……… Desentrañando el sentido oculto de las neblinas ……… FANTASMAL (se les hacía unos agujeros para «matarlos»; así el espíritu quedaba libre para acompañar al ser humano en la otra
vida ……… RESTAURACIÓN DE VIDRIERAS ……… AZAGAYA: lanza o dardo pequeño, arrojadizo que utilizo para extender la pintura ……… silo bajo tierra ……… 3 CORNEJAS NEGRAS ……… ad infinitum ……… Música de Mali ……… PROXIMIDAD A CAUCE FLUVIAL ……… congelador ……… Blanco en ruso ……… CUIDE SU CRISTALINO.

EXPEDICIÓN: un recorrido por el arte de la fuga (lo que estamos viendo es completamente inesperado y muestra la continua sorpresa y misterio del universo) ……… catálogo de las grandes cavidades conocidas en el mundo entero ……… abrir ventanas imprevistas ……… viaje a Ponape- cristal- filtro ……… BASAJAUN ……… sondeos en el bosque ……… INVOCACIÓN ……… Los placeres digitales de lo vítreo.

EN EL MUNDO DE LOS CRISTALES SUBYACE ALGO SOBRENATURAL.

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